A
mediados de agosto dieciséis policías pertenecientes a la BAC
(Brigada Anti–Crimen) resultaron heridos tras los disturbios que
protagonizaron las masas proletarias en un suburbio de Amiens, una
pequeña ciudad al norte de Francia. El conflicto se desarrolló,
como pasó hace un año en Londres, a raíz de la muerte de un joven
que los medios de comunicación, a manos del poder, no esclarifican.
Sin
embargo, la presencia de varios secretas en el entierro podría dar
respuesta al motivo de la muerte que oficialmente se reduce a un
“accidente de tráfico”. Presencia que además sirvió como
provocación para que se desatase la revuelta.
Así
un grupo de proletarios organizados se enfrentaron a las fuerzas del
Estado con armas caseras y de escaso calibre. Los coches incendiados
sirvieron de barricadas y se lanzaron objetos contra los guardianes
del orden que intentaban defender los dominios públicos, con escaso
éxito ya que los insurrectos lograron prender tres edificios
estatales.
La
ciudad de Amiens es una de las más afectadas por la pauperización
constante con que los ciclos económicos del capital condena a las
masas proletarias a la miseria. Ya que para aumentar sus beneficios
los patrones han de bajar, en términos absolutos, el salario de
los trabajadores.
Por
ello la presencia de patrullas policiales se ve diariamente en los
barrios periféricos, conocidos como banlieues,
como forma de mantener el orden
tenso que termina
estallando cada cierto tiempo en forma de revuelta social, como
sucedió en Los Ángeles en los 90, en París en 2005, en la capital
inglesa el pasado verano y ahora en Amiens.
Las
condiciones sociales que sufren, con una mayor tasa de paro,
sobreexplotación, represión e intimidación policial, son las que
desencadenan esta situaciones de violencia que desatan en las masas
el odio hacia el Estado y sus mercenarios, que solo defienden los
intereses de la clase dominante.
Debido
a los continuos disturbios, cada vez más numerosos y fuertes, el
gobierno socialista y de izquierdas de Hollande
promete más represión policial en los barrios obreros franceses,
misma receta que la propuesta por la derecha de Sarkozy,
para controlar a las masas insurrectas. De hecho los acontecimientos
de Amiens suceden poco antes de que entren en marcha las ZSP “zonas
de seguridad prioritarias”, una de las promesas electorales
estrella del actual presidente de la República consistentes en
convertir los barrios obreros en verdaderos guettos
donde la
Gerdanmeria enseñará los valores de la República a los jóvenes
sin trabajo.
Los
disturbios que hoy se dan de forma espontánea están mostrando cual
es el camino que tiene que recorrer la clase trabajadora, más allá
de actos simbólicos en supermercados, para liberarse de sus amos.
Aunque
esto no significa que este tipo de revueltas ofrezcan grandes
resultados por si mismas ya que no resuelven las problemáticas del
proletariado que solo pueden superarse por medio de la lucha
revolucionaria y de la organización de la clase proletaria. No
obstante podemos señalar que se hayan más cercanas a la revolución
que las marchas anti-crisis o las manifestaciones promovidas por
referentes reformistas, que defienden el Estado de Bienestar de la
clase media donde nunca se verán reflejados los intereses de la
clase trabajadora.