lunes, 31 de diciembre de 2012

Miércoles 2, concentración en Zamora de apoyo a Alfon


MIÉRCOLES 2
A LAS 19:00
FRENTE A LA SUBDELEGACIÓN DEL GOBIERNO
CONCENTRACIÓN POR LA LIBERTAD DE ALFON,
COMPAÑERO VALLEKANO EN PRISIÓN PREVENTIVA 
DESDE LA HUELGA DEL 14-N

¡ALFON LIBERTAD! ¡STOP MONTAJES POLICIALES!

domingo, 14 de octubre de 2012

Tercera parte del NUPA 13. Los Disturbios de Agosto en Francia


A mediados de agosto dieciséis policías pertenecientes a la BAC (Brigada Anti–Crimen) resultaron heridos tras los disturbios que protagonizaron las masas proletarias en un suburbio de Amiens, una pequeña ciudad al norte de Francia. El conflicto se desarrolló, como pasó hace un año en Londres, a raíz de la muerte de un joven que los medios de comunicación, a manos del poder, no esclarifican.

Sin embargo, la presencia de varios secretas en el entierro podría dar respuesta al motivo de la muerte que oficialmente se reduce a un “accidente de tráfico”. Presencia que además sirvió como provocación para que se desatase la revuelta.
Así un grupo de proletarios organizados se enfrentaron a las fuerzas del Estado con armas caseras y de escaso calibre. Los coches incendiados sirvieron de barricadas y se lanzaron objetos contra los guardianes del orden que intentaban defender los dominios públicos, con escaso éxito ya que los insurrectos lograron prender tres edificios estatales.
La ciudad de Amiens es una de las más afectadas por la pauperización constante con que los ciclos económicos del capital condena a las masas proletarias a la miseria. Ya que para aumentar sus beneficios los patrones han de bajar, en términos absolutos, el salario de los trabajadores.

Por ello la presencia de patrullas policiales se ve diariamente en los barrios periféricos, conocidos como banlieues, como forma de mantener el orden tenso que termina estallando cada cierto tiempo en forma de revuelta social, como sucedió en Los Ángeles en los 90, en París en 2005, en la capital inglesa el pasado verano y ahora en Amiens.
Las condiciones sociales que sufren, con una mayor tasa de paro, sobreexplotación, represión e intimidación policial, son las que desencadenan esta situaciones de violencia que desatan en las masas el odio hacia el Estado y sus mercenarios, que solo defienden los intereses de la clase dominante.

Debido a los continuos disturbios, cada vez más numerosos y fuertes, el gobierno socialista y de izquierdas de Hollande promete más represión policial en los barrios obreros franceses, misma receta que la propuesta por la derecha de Sarkozy, para controlar a las masas insurrectas. De hecho los acontecimientos de Amiens suceden poco antes de que entren en marcha las ZSP “zonas de seguridad prioritarias”, una de las promesas electorales estrella del actual presidente de la República consistentes en convertir los barrios obreros en verdaderos guettos donde la Gerdanmeria enseñará los valores de la República a los jóvenes sin trabajo.
Los disturbios que hoy se dan de forma espontánea están mostrando cual es el camino que tiene que recorrer la clase trabajadora, más allá de actos simbólicos en supermercados, para liberarse de sus amos.

Aunque esto no significa que este tipo de revueltas ofrezcan grandes resultados por si mismas ya que no resuelven las problemáticas del proletariado que solo pueden superarse por medio de la lucha revolucionaria y de la organización de la clase proletaria. No obstante podemos señalar que se hayan más cercanas a la revolución que las marchas anti-crisis o las manifestaciones promovidas por referentes reformistas, que defienden el Estado de Bienestar de la clase media donde nunca se verán reflejados los intereses de la clase trabajadora.

miércoles, 3 de octubre de 2012


Segunda parte del NUPA 13, "Cuestión de razones"


Ante las situación económica y social declinante que nos lleva poco a poco a la miseria progresiva, algo que lleva intrínseco el capitalismo, se producen movimientos sociales de masas que intentan frenar esta situación (tenemos desde hace más de un año el ejemplo del 15M). Tanto la clase obrera como la clase media que se ve proletarizada empiezan a realizar cada vez más acciones en la vida pública. Así se puede ver como cada vez más gente se involucra en manifestaciones, aunque no estén promovidas por referentes sindicales, ya que a raíz de la crisis, tanto económica como política, se han creado diferentes colectivos que reclaman de una u otra manera un cambio en el sistema. Y es en estos colectivos donde parte de la clase obrera cree verse representada ya que en la mayoría de los discursos se promueven cambios para la sociedad.

Es común encontrar en estos nuevos colectivos y en los partidos políticos que intentan vincularse a parte de los movimientos sociales, unos patrones que se repiten en los discursos, que son el reflejo de su ideología. Algunos optan por ensalzar la razón como el eje central para levantar una nueva sociedad. Algo que no es nada nuevo, pues en el siglo XVIII o “Siglo de Las Luces”, la incipiente burguesía, preparando su ideología para su gran época, ya pensaba que la razón, junto con la verdad y la justicia concebidas de forma absoluta, resolverían todas las contradicciones sociales.
Como una vuelta al pasado, se vuelve a intentar que esa razón absoluta, ajena a las relaciones sociales y que despoja a la realidad de su base material, sea la que nos salve de esta situación declinante del capital. La razón no es más que un producto del cerebro, de la naturaleza del ser humano, al igual que la imaginación, por ello está condicionada por la ideología que nos imponen. Para que la razón pudiera cambiar algo, el educador que nos educa (la sociedad) tendría que ser educado , es decir, tendríamos que tener un referente ideológico fuera de las manos del imperialismo. La razón es un medio, y no un fin, necesario para la lucha revolucionaria del proletariado.

Otro discurso dominante que se une al anterior es el interclasista, que no reconoce las diferentes clases sociales, tratando a todas las personas como ciudadanos de un lugar llamado mundo sin dejar ver las diferentes condiciones que se reproducen en la sociedad, la diferencia tanto cualitativa como cuantitativa de ser patrón a ser obrero. Y sin embargo es casi un recurso literario hablar en el marco del interclasismo de la clase política, como si esta sí que fuera una clase social. Los políticos en todo caso son los representantes de los intereses de la clase dominante, de la burguesía, mientras los intereses de los proletarios aún no se ven representados, que solo se verán cuando ellos mismos ejecuten su programa revolucionario.

Este tipo de interclasismo deriva en la meritocracia y el tecnocratismo. Por un lado una intenta justificar que “el que tiene algo en la vida” es porque “se lo ha ganado”, donde los buenos gobernantes serían los que han sido consecuentes con la ética del esfuerzo (caso de Amancio Ortega). Mientras la tecnocracia defiende que el gobernante sea el mejor preparado para ello (al igual que Platón ponía a los filósofos como los mejores gobernantes, y tomarlo como referente, mecánicamente, sería volver al siglo IV a.C). Ninguna de las dos reconoce ni las distintas condiciones en las que viven las clases sociales, ni la misma lucha de clases. El obrero siempre se va a esforzar y su esfuerzo, entendido como fuerza de trabajo no como empeño que se pone a una labor, quedará en manos del capitalista. Por tanto, los proletarios sobreviven gracias a su esfuerzo y lo que está seguro es que no llegarán a ser gobernantes en una República democrática burguesa, que es lo que defienden, en el mejor de los casos, estos movimientos.

Hay que dejar claro que las condiciones materiales, es decir, las económicas y sociales, son la base de la sociedad. Condicionan el modo de pensar, pues es de donde se levanta toda la estructura social. De ahí que el modo de producción determine las condiciones políticas e ideológicas. Como los medios de producción están en manos de una clase, la burguesía, la ideología que domina en la sociedad es la ideología burguesa heredera de la vieja burguesía del siglo XIX. Solo la conformación de un movimiento obrero revolucionario permitirá que la razón acompañe a los oprimidos del mundo como medio para su liberación de las manos del imperialismo.


martes, 18 de septiembre de 2012

NUPA 13

Presentación de la edición número 13 del Ni Un Paso Atrás:
- El racismo y la lucha de clases
- Cuestión de razones
- Disturbios en Amiens(Francia).


EL RACISMO Y LA LUCHA DE CLASES

En la situación de crisis cíclica del capital que vivimos, la clase dominante busca sus chivos expiatorios entre los de siempre: los parados, que “son unos vagos”; los que trabajan, que “no son productivos”; los obreros extranjeros, “que nos invaden”. En definitiva, los sectores más débiles de la clase trabajadora que son aquellos sobre los que cae el peso del sistema imperante: la precariedad laboral, el paro, la pobreza, los desahucios, la marginación, etc.
Hay quien niega la existencia de estos problemas y hay quien se presta a resolverlos “alternativamente” mostrando su solidaridad mensual con una cuota caritativa. En ambos casos se está negando el problema clave, una sociedad dividida en clases que necesita cambiar radicalmente su base para extinguir cualquier desigualdad.
Uno de los problemas básicos que ha de enfrentar en su día a día un sector de la masa proletaria que todo lo padece, es el del racismo, que se traduce en la sociedad burguesa en forma de marginación social, persecución institucional y represión policial. El establishment se cuida mucho de atajar este problema poniendo en práctica sinceras y nada engañosas campañas contra el racismo en las que podemos ver, en el caso de la Euro UEFA 2012, a Karim Benzema, un francés argelino, y Clarence Seedorf, un holandés caribeño, intercambiándose camisetas nacionales, con el supuesto objeto de luchar contra el racismo. Y esto estaría muy bien, si no fuese porque esta propaganda pretende normalizar algo que es falso: la igualdad social en la Europa imperialista de aquellos que proceden de las conquistas coloniales del viejo continente y que además, presenta a dos sujetos que están acomodados en esta sociedad y que para nada se corresponden con lo que la propaganda los pretende ligar: por lo general, un inmigrante vive en un barrio proletario donde la marginación y el terror policial son el día a día de miles de jóvenes. Y los que viven en Surinam, lejos de seguir el tren de vida de una estrella del fútbol, tienen una renta per cápita 5 veces inferior a la de los súbditos del reino de Holanda. Es decir que la propaganda “anti-racista” del poder lo que pretende es ocultar la situación verdadera de aquellos a los que quiere representar: Benzema no es el ejemplo de los millones de proletarios migrantes de tercera generación que malviven en una banlieue y Seedorf poco se parece a los sectores populares de los países descolonizados de América o África.
Frente a todas las operaciones estéticas del capital ante las contradicciones que genera es necesario tener unos conceptos claros, diferentes por necesidad, a los que politólogos, publicistas o filósofos burgueses hayan tratado de explicar a lo largo de la historia y a los que estamos acostumbrados.
Si intentamos comprender desde un punto de vista diferente al que nos imponen, qué es una nación, diremos que la nación es una comunidad compuesta por un conjunto de personas, formada a lo largo de la historia en torno a un territorio e idioma común, una economía conjunta (un mercado) y una psicología manifestada a través de la identificación cultural de esta comunidad. Las naciones aparecen con el desarrollo de las relaciones económicas capitalistas que “acuden al despertar de las naciones” de la mano de la burguesía. Es decir, que la clase burguesa al necesitar de un mercado común para mover sus mercancías y su economía intentó agrupar en torno a sí misma los distintos factores sociales que desembocan en una conciencia nacional y por ende, un movimiento político nacional, cuyo objeto es la creación de un Estado que garantice tanto el asentamiento como el desarrollo de ese mercado.
Cuando decimos Estado, hemos de entender que nos referimos al aparato político del que se dota históricamente la clase dominante para perpetuar su régimen de dominación económica y política. En el caso de la burguesía su Estado viene a sustituir
al feudalismo, implantando el modelo que mejor le permita malear a los obreros y ampliar mercados.
El Estado, como instrumento para la opresión de una clase sobre otra, no deja de reflejar todas las contradicciones que supuran a la sociedad capitalista. La principal de éstas, es la que se da entre la clase obrera y la capitalista. Estas clases sobrepasan la nacionalidad o la etnia de quienes las conforman, no obstante al ser la nación un elemento diferenciador con el que juega la clase capitalista, se intenta darle importancia a la cuestión nacional, racial, etc. para restarle a la principal (la lucha de los obreros contra el capitalismo). Y aunque la burguesía realice algunos ejercicios de propaganda contra el racismo, lo que hace realmente es reforzar la segregación, los valores nacionales y las tradiciones para dividir a la clase obrera: señala a los obreros inmigrantes como ladrones de puestos de trabajo aunque quien verdaderamente comete el robo es aquel que es dueño de la fábrica, el capitalista, que roba al conjunto de la sociedad y más, al conjunto de la clase obrera (nativa o extranjera) la posibilidad de detentar en sus propias manos los puestos de trabajo.
Con la conflictividad social en auge, la burguesía se prepara para la lucha y azuza sus ataques contra los obreros inmigrantes. El calado del discurso de odio al inmigrante y de patriotismo es mayor y esto se debe a que diversos sectores de la sociedad ante una crisis económica se proletarizan (por ejemplo, la pequeña burguesía pierde poder económico y se convierte en un obrero asalariado) ya que el capitalismo en su regeneración necesita destruir puestos de trabajo y para dejar libre el capital que pertenece mayoritariamente, en la fase imperialista en la que nos encontramos, a los monopolios económicos. Y al discurso racista (que abanderan los fascistas griegos, los populistas franceses o amplios sectores de los demócratas de toda la vida en el Estado español) se une la fascistización social que aumenta la represión a los sectores populares, lo que daña aún más a los inmigrantes.
En torno al sentimiento nacional
Si la crisis en el Estado español supone recortes sociales, represión, etc. hacia el exterior fomenta las guerras para el reparto de los mercados. La mayoría de la sociedad está de acuerdo en la crueldad y el horror que supone la guerra. Pero si tenemos en cuenta que la hegemonía política la tiene hoy día la clase capitalista, ante la desorganización de los trabajadores, este “pacifismo” solo puede corresponderse a los intereses de una u otra facción de la clase dominante. Por ejemplo, hace años con la invasión de Irak un amplio sector de la sociedad se movilizó contra la participación de las tropas españolas en dicha masacre. Pero se movilizó en contra de la guerra en Irak y no de la Guerra en general, todo porque un sector del capital español, el representado por el PSOE, no obtendría beneficio de esa empresa bélica. Hay que decir, para no llevar a engaños, que luchar contra cualquier tipo de guerra sería absurdo y solo ayudaría al orden establecido ya que en una sociedad dividida en clases, donde las burguesías cuentan con destacamentos armados (Ejércitos, policía) para defender su bienestar, la clase obrera está obligada a luchar con todas las consecuencias que ello conlleva. Por eso aquí también hace falta un análisis de clase, sobre el carácter de clase de la guerra, qué clases la sustentan y las condiciones históricas/económicas que la han originado, que nos llevará a escuchar algo como que la clase trabajadora debe emprender una lucha violenta organizada mediante un elemento transformador compuesto por un conjunto de organizaciones que sirven todas a un mismo interés. Imprescindible para ello que haya un factor subjetivo para que la clase obrera esté dotada de un ideario que la lleve a comprender la cuestión de la contradicción capital-trabajo y la emancipación de tal, mediante elementos de lucha política encaminados a crear una sociedad sin clases y, una vez eliminado el capital, sin guerras.
Si comentamos esto aquí es porque la guerra contra un país o un “enemigo” foráneo obliga a las clases dominantes a crear una propaganda chovinista (patriótica y opresora) contra un país, una etnia, una religión, etc. Israel, un Estado sionista (racista por cuanto observa la pertenencia a una religión como elemento para hablar de superioridad entre las personas) es el mejor ejemplo. La guerra y el odio hacia el exterior es una constante en la política de la burguesía israelí de tal modo que el odio a los palestinos musulmanes se lleva hasta las últimas consecuencias: apartheid (como pasó en Sudáfrica) para el pueblo palestino, al que se le quita hasta el agua, justificado todo en la defensa nacional frente al extranjero. Similitud que se encuentra en el discurso de los fascistas griegos que para la “defensa de la patria” se organizan en bandas para apalear a obreros inmigrantes. Añadiremos que aquí, como ocurre con todos los fascistas, dicen defender a la patria de toda injerencia (refiriéndose al rescate y a la venta al por mayor de los bienes griegos al capitalismo alemán) sin embargo las acciones de los fascistas se encaminan en exclusiva a atacar al inmigrante, al obrero organizado.
Aquí el movimiento obrero y antifascista ha de ser nutrido por los obreros inmigrantes y éstos han de tomar conciencia de que tienen que organizarse para luchar contra el capital, que no dudará en exacerbar el “sentimiento nacional” para convertirlos en el chivo expiatorio de la crisis (ya pasa en algunas localidades de Catalunya y el Levante). Los obreros, sean de aquí o de fuera, han de organizarse y dotar a sus luchas de un carácter totalizador. Este movimiento debe formar parte de la suma de organizaciones dentro del movimiento obrero revolucionario, debe caracterizarse por ser anticapitalista, por fijarse en el aspecto de clase del fascismo.



GRECIA

 El pasado mes de Agosto una sede del partido fascista “Chryssi Avghi” (Amanecer Dorado) ardía en Atenas como respuesta de la clase obrera ante el asesinato, por parte de una banda fascista, de un obrero irakí que se dispuso a defender a sus compañeros del ataque de estos matones de la patronal griega. Las razzias racistas están siendo patrocinadas por parte de los mass media y tienen la cobertura de las fuerzas del orden, a las que ayudan en las manifestaciones.


lunes, 14 de mayo de 2012

En defensa de la educación pública


Artículo publicado en el Ni Un Paso Atrás nº 12, de Mayo 2012
“La educación es uno de los pilares sociales de los países occidentales y su calidad es clave para asegurar la igualdad de oportunidades para todos, minimizando los condicionantes sociales y económicos. En comparación con otros estados de la Unión Europea, España carece de esta calidad en la enseñanza pública y es un derecho por el que todos debemos luchar.”
    Una gran base social del Estado es la educación pública. Esta actúa como institución que engrasa el engranaje del sistema ideológico, y en última instancia económico, esto es la democracia y el neoliberalismo. El sistema educativo denominado "de calidad" no es más que un flujo de ideología pasado por un filtro donde se elimina todo elemento que no aliene o que sea perjudicial para el stablishment, que marca la vanguardia, y para el propio sistema democrático. Para que éste siga manteniendo su estabilidad se comienza depositando en las personas criterios ideológicos que influyen, guiando y por supuesto controlando ideas y pensamientos que marcan un mismo patrón alienante. Así un velo de ignorancia está impuesto y, lejos de lo que en un principio se presenta nacionalizador como una imposición categórica, se va ampliando a un rango global ya que el Estado Español se forma como parte de un todo regido por el mismo sistema económico y, por “diplomacia”, político.
            La supuesta calidad no asegura la igualdad de oportunidades sino más bien la igualdad de ideología , un pensamiento único, en el sistema social de bienestar que impera en occidente, fraguada desde las sociedades pre-capitalistas, y que se hallan abocados a la decepción. En el sistema educativo la conciencia de clase no tiene cabida por lo que todas las personas son concebidas como individuos que forman parte de la sociedad que se mueve en una misma línea ideológica, educados de forma completamente igualitaria. Sin embargo se hayan circunscritos a su    clase, por lo que en función de sus recursos se termina condicionando su futuro que pasa por una educación y termina en un mercado laboral.
            Cuando al pueblo se le quita parte de ese estado de bienestar del que en un principio se han falsamente beneficiado y que es otorgado por el Estado se comienza un proceso de rebelión por la lucha de los derechos que se han de restablecer en el entorno social marcado por la socialdemocracia burguesa, que tiene que mantener a su pueblo en unas buenas condiciones, en un bienestar. Para ello se convocan asambleas, manifestaciones, concentraciones, donde cada individuo puede hacer presencia en señal de indignación por la falta  de sus derechos, los cuales se han enseñado desde la educación pública y otras instancias de ideologización y que son dignos del pueblo por el mero hecho de serlo.
            A lo largo de la historia se han producido movimientos reformistas con el mismo esquema de rebelión, que pretende corregir los fallos del sistema para recuperar el bienestar social como por ejemplo de igualdad, libertad y fraternidad que mejora el carácter democrático endureciéndolo. Lo que no es nuevo para los libros educativos de la historia universal no es nuevo para casi nadie en un pais occidental y en menor medida para el orden que impera desde hace tantos siglos Una educación fuera de la custodia de la hegemonía que organiza,   manipula, programa y controla los valores y principios sociales es la que podría optimizar las condiciones necesarias para la toma de conciencia revolucionaria. Pero ésta solo podría darse en función del conocimiento teórico-práctico de la realidad, limitado según las diferentes clases sociales. Para poder llevarse a cabo se necesita un alto grado de voluntad comunal que en parte se dará cuando los recursos económicos aúnen a una gran parte de la población en una misma clase social un conjunto de factores que se desarrollarán en un proceso lento que mejoraría circunstancias para un revolución alejada de esta oleada de neorregeneracionismo.
            Actualmente el problema no recae dentro de la defensa de la Educación Pública, sino en los intereses de clase de quienes hegemonizan hoy las luchas por ese modelo educativo. El programa político que abandera hoy el movimiento no es más que el resultado de las reformas gubernamentales que están haciendo mella dentro de la clase media, que nunca se ha visto en la situación que la clase obrera siempre ha cargado. Viéndose atacado su Estado de Bienestar, lo reclaman   como hasta ahora había sido, sustentado en la explotación de la mayoría y en el imperialismo, no queriéndose ver en malas circunstancias que no le pertenecen como clase, pues es la que disfruta y construye históricamente el actual sistema, actuando como masa que empuja a los programas reformistas hacia adelante.
            La responsabilidad que ahora atañe a la clase obrera es la de no alienarse con este tipo de dogmas sociales reformistas que, en última instancia, recrean y endurecen las problemáticas dentro de la misma clase trabajadora. No podemos olvidar que las ilusiones de clase media son la primera puerta que tirar.  Y frente a éstas, debemos empeñarnos en construir un referente revolucionario que permita que las luchas cotidianas no se conviertan en una reproducción de nuestra situación como clase explotada, sino que nos ayude a orientarlas hacia los verdaderos intereses de clase, revolucionarios, que han de alimentar a la acción política del proletariado.

“La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Robert Owen). La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse racionalmente como práctica revolucionaria.”
Carlos Marx, Tesis sobre Feuerbarch 
* LA FOTOGRAFíA: "Education makes a Nation": “La educación hace a la nación” reza el cartel. Pero en realidad es la nación, entendida como entramado social de la capital, la que hace y construye la educación a su imagen y semejanza, reproduciendo las relaciones sociales existentes.

jueves, 10 de mayo de 2012

NI UN PASO ATRÁS Nº 12: EDITORIAL; ENEMIGO DEL PROLETARIADO

Este mes publicamos el nº 12 del NUPA en el cual hablamos sobre el carácter de clase del Estado y sus fuerzas de seguridad; sobre la Educación Pública. Rememoramos la jornada del 29M en Zamora y recordamos a todos aquellos que han sufrido la represión del capital en los últimos tiempos.


EDITORIAL: ENEMIGO DEL PROLETARIADO



¿No es violencia que te sientas obligado a trabajar un día de huelga porque si no, no podrás comer el resto del mes?
¿No es violencia el que tu jefe te coaccione para no hacerla?
¿No son violencia los recortes?
En los tiempos que corren parece que no.
            Oficialmente ya somos esclavos del capital, pues hasta el obrero más sufrido o el estudiante más sacrificado, justifica las acciones esclavistas que llevan a cabo bancos, empresarios, políticos…y demás personajes que son considerados como ciudadanos de  orden y gente de bien, que solo buscan la reconstitución de la “igualdad social” bajo el estado de bienestar, algo imposible de alcanzar mientras sea el sistema capitalista el que dirija el rumbo de nuestras vidas y, en consecuencia, de nuestro pensamiento. El capitalismo en acción.
            La ideología dominante, resultado del adoctrinamiento implícito que se ha realizado con y por todos los medios posibles durante años; desde las instituciones educativas, hasta los “inocentes” consejos de un empleado moralista, son ahora más visibles que nunca. Nos encontramos en un punto en el que se confunde la inconsciencia política, y por tanto social, con la falta de ideología. Pensamiento que se asemeja y se acerca más al fascismo que a cualquier pensamiento que siga una línea revolucionaria.
            Se ha interiorizado el sistema hasta tal punto, que cualquier actuación de descontento, indignación y  rabia hacia el sistema opresor, es   tachada de violenta, extremista y un sinfín de adjetivos; y todo esto, a pesar de que dichos actos no siempre se rigen por los definidos y marcados objetivos que  persiguen las verdaderas ideologías  revolucionarias.
            Lo dicho anteriormente, toma forma cuando se dan casos tan extrovertidos, e incluso surrealistas, como  la creación de una pagina web por parte de los  mossos d’esquadra, donde piden la colaboración ciudadana para ayudar a identificar a los “radicales ”, que el día de la huelga general del 29M destrozaron inmobiliario público y algunos escaparates. Hay que recalcar que el coste de todos los daños no fue superior al dinero empleado en los recortes que se dan casi diariamente y que si afectan directamente a la vida de las personas a las que estos sinvergüenzas piden    ayuda.
            En este punto, podemos decir que se considera violencia a la expresión de la frustración que el mismo sistema genera y a la incomprensión por parte de las masas de los actuales cambios, que sacan de contexto todos los esquemas de pensamiento elaborados hasta el momento. Y que se desmoronan como consecuencia de las reiteradas actuaciones llevadas a cabo a través de la violencia (física o no) por las distintas partes que forman el entramado que sigue y seguirá empeñado en mantener en pie el actual sistema que solo genera miseria y esclavos. Constituyéndose así, una vez más, como un  órgano destructor de sus propios componentes, algo inherente al sistema capitalista, pues éste es el factor que ha sustentado y sustenta la supervivencia de él en el tiempo.
            Para concluir, poner de manifiesto la urgente necesidad de reconducir el pensamiento de las masas, poniendo  en evidencia quienes son los verdaderos enemigos del proletariado, sus verdaderas intenciones y sus armas, como su capacidad para adaptarse y controlar cualquier reacción que se produzca en contra de sus intereses de clase, porque simplemente controlan el Estado, esa “fuerza especial de represión”.
            Pues el Estado burgués, en  todas sus formas si es consciente que el poder lo tiene el pueblo y éste, por desgracia, a falta de un referente sólido al que aferrarse, está abocado a cometer tales errores, como es ayudar a los encargados de mantener vigente el “orden” que legaliza y afianza la dominación opresora de un clase sobre otra.

martes, 24 de abril de 2012

Afrontar que el enemigo existe: Si somos el pueblo estamos contra el capital



Artículo del Ni Un Paso Atrás nº 12

Cuando el jefe de la policía en el País Valenciano llamó enemigos a estudiantes de la ESO no se le fue la pinza, estaba haciendo un ejercicio inaudito de sinceridad.

 En torno a estas declaraciones se azuzó el mapa político de “la izquierda” y del movimiento obrero. De un lado quedaron los de siempre, los que son mayoría en nuestro ámbito, los que detrás de sus pomposas frases defienden al régimen burgués y la dictadura del capital. Esos, los reformistas, consternados pusieron el grito en el cielo. En el “Mundo Obrero” se podía leer un artículo de un diputado de Izquierda Unida por Valencia titulado “Somos el pueblo, no el enemigo”. En su escrito el diputado criticaba formalmente la actuación policial, pero en todo el trasfondo del mismo, intentaba sortear la realidad intentando fundir al pueblo con la policía que lo apalea al observar a ésta como un elemento distorsiado por la "injerencia" de los mandos políticos del PP y en vez de como una institución violenta al servicio de la burguesía y separada, irremediablemente, del pueblo. Así, la "crítica" de la izquierda parlamentaria a la policía se convirtió, en vez de en una denuncia sobre el capitalismo y su Estado, en un esfuerzo por corregir las palabras del jefe policial, cuyo cargo ocupa gracias al PSOE y mantiene con el PP, mientras sus vínculos con la extrema derecha valenciana (a través de concesiones públicas a las empresas que controlan) salen a la luz.
Relajando la lucha de clases quizás ganen votos estos “radicales de salón” de la izquierda institucional pero están engañando al pueblo que dicen representar, igual que el resto de grupos del arco parlamentario.

Frente a esto los trabajadores revolucionarios  hemos de reconocer que precisamente por ser el pueblo somos el enemigo, es decir, por ser trabajadores precarios o en paro, esperando un subsidio o un billete para buscarnos las habichuelas lejos de nuestra tierra, por eso, todo el aparato del Estado es una maquinaria en nuestra contra y, salvo prueba contraria, somos culpables de la rebaja de la famosa prima de riesgo, de las pérdidas del IBEX-35... y probablemente hasta de los desmanes de Urdangarín y Paco Camps.
Los recortes sociales que se cargan el llamado Estado del bienestar abren la brecha social en el estado español, algo que viene paralelo a declaraciones que llevaban años queriendo soltar: El ministro Wert se ríe de los hijos de los obreros y les dice que la Universidad no es lugar para pobres. Desde el Ministerio de esclavitud asalariada advierten a los parados que tendrán que trabajar gratis si quieren seguir cobrando la desorbitada cifra de 420 euros mensuales. Y frente a esto, frente a la confrontación directa que plantean los actuales gestores del capital, aparecen los reformistas con sus retahílas de apagafuegos: no somos el enemigo, no entremos en provocaciones de la derecha… resumiendo secundemos las manifestaciones convocadas por los sindicatos mayoritarios y votemos a “la izquierda” en el próximo circo electoral. Confiemos en la negociación y en la resistencia pacífica (votarle a ellos). No se nos ocurra pensar que somos una clase que necesita de organización y lucha  distintas de las que nos ofrece el  Estado, sus instituciones y sus gestores.

Pero esas simplezas de “izquierda” y “derecha” defendidas por la prensa y el reformismo, poco a poco empiezan a perder fuelle en la calle.  Las clases sociales toman cuerpo en la contienda y quienes estamos por la Revolución Social nos acordamos del “klasse gegen klasse” (clase contra clase) impulsado por los comunistas y que retumbó en toda Alemania antes de que el fascismo tomase el poder. Una consigna que iba tanto contra el fascismo de Hitler (y de Tysssen-Krupp, Mercedes Benz, Deutsche Bank…) como contra los socialdemócratas que fueron los primeros en utilizar a grupos paramilitares (freikkorps) para aniquilar al movimiento revolucionario, tan pronto como durante las insurrecciones obreras de 1918-19 que acabaron con las ejecuciones de miles de obreros junto a algunos de los mejores hijos del pueblo alemán como Rosa Luxemburgo, Carlos Liebknecht, etc. Consigna proletaria y revolucionaria la del clase contra clase que fue aparcada en la historia en detrimento del interclasismo a partir de los años 30 pero que hoy merece ser rescatada para que tengamos claro que los trabajadores y los sectores excluidos por el capital somos la clase proletaria, somos el pueblo verdadero que no tiene complejos por destacarse como enemigo del fascismo y de la banca, de la policía y de la prensa, de la burocracia política y militar de este Estado parlamentario que no tiene complejo alguno en  reconocer que para que reine su orden es preciso que tipos con pistola y 1´90 de altura apaleen a niñas de instituto o acordonen barrios enteros para proceder a desalojar de sus casas a familias obreras enfrentándose “goma” en mano a vecinos  jubilados.

Las dos almas de la burguesía están funcionando a toda máquina. Los conservadores del gobierno aumentan la inversión en equipamiento antidisturbios y militar y se utiliza la prensa para señalar a los organizados justificando desde nazis a policía que actúan como grupos de orden para desmovilizar a los sectores combativos. Los “progres” de la “oposición” intentan meter sus pezuñas en los movimientos sociales y juveniles  para encuadrarlos y limitarlos a ser la comparsa callejera de sus conflictos institucionales que poco o nada tienen que ver con los intereses de la clase obrera.

Ante esta tesitura los trabajadores, los jóvenes, los estudiantes… la clase obrera, debemos  concienciarnos de que nuestros intereses como pueblo están radicalmente contrapuestos a las demandas de la CEOE, de la UE o del Gobierno. Algo que implica la necesidad de tomar partida consecuente y de no dejarse llevar por los reformistas que liman las asperezas del régimen capitalista. No caben excusas, hay que organizarse. Si nos han llamado EL ENEMIGO, es por algo.