domingo, 21 de febrero de 2010
Contra el fascismo y el capital ¡¡organización!!
La receta para salir de la crisis capitalista es la de siempre: Ofensiva capitalista en el terreno militar, político y económico con el fin de exprimir al máximo a los trabajadores y a los pueblos oprimidos del mundo.
La ofensiva del capital en el exterior de nuestras fronteras tiene la forma de guerra imperialista. Que mejor que una guerra para reactivar la industria militar tan necesaria para el nuevo rearme a gran escala que los Estados imperialistas están llevando a cabo en pro de la seguridad del mercado internacional. La espada de Damocles ya pende sobre Yemen y Pakistán, a pesar de que son “países amigos”. El primero porque es zona obligada de paso para todos los petroleros que hacen la ruta Irak-Europa. Y el segundo, que ya es bombardeado a diario por la OTAN, porque es una zona militar clave en “el avispero centroasiático” con salida al océano Índico, con vistas al interminable frente de Afganistán y, sobretodo, limítrofe con la India, otra potencia imperialista a quien EEUU, China y la UE quieren contener. Aunque el imperialismo indio tiene de momento bastantes problemas internos: el Ejército Popular de Liberación, organismo generado por el PCI (maoísta) controla casi 1/3 del territorio y sigue desarrollando la Guerra Popular contra el Estado hindú. Además de estas “nuevas aventuras” que el imperialismo quiere emprender (todo dependerá de la correlación de fuerzas de unos y otros) siguen abiertas las guerras de Afganistán y Palestina, grandes manchas en las banderas blancas de los dueños del mundo que quieren mostrar su cara amable en Haití, país caribeño en el que un terremoto ha causado decenas de miles de muertos. Recordaremos, ya que en la TV parece que se les ha olvidado, que Haití sufre una ocupación militar por parte de la ONU desde el 2004 cuando las democracias capitalistas decidieron expulsar del poder al presidente elegido en las urnas por el pueblo haitiano. Haití, país más pobre de Latinoamerica, depende por completo de EEUU y Europa pues su economía ha sido destruida por el imperialismo. La inmensa mayoría de los muertos en esta catástrofe, pertenecían a la clase trabajadora. Expulsados de sus tierras por las políticas coloniales desarrolladas por EEUU desde 1925, tuvieron que irse a vivir a las ciudades donde empobrecidos como mano de obra barata y con menos de 2 dólares al día para malvivir, han ido construyendo durante décadas sus casas sin recursos técnicos ni económicos. Ya sea por caer de un andamio, por un terremoto o por un misil democráticamente teledirigido, el caso es que en este mundo siempre mueren los mismos: los parias, los pobres, los proletarios, los desheredados.
La ofensiva del capital no solo será de puertas a fuera. La necesidad que tiene la burguesía monopolista de iniciar rápidamente un nuevo proceso de acumulación de capital para salir de su crisis, se realizará a costa del proletariado. Los pocos derechos que los trabajadores hemos arrancado a la bestia capitalista tras dos siglos de lucha obrera, serán recortados o incluso eliminados por el aparato político de la burguesía si a esta no le supone grandes quebraderos de cabeza. Y es que las victorias que la clase obrera obtenga en su lucha contra la burguesía serán efímeras mientras sea el capital quien siga ejerciendo su dictadura de clase. A punto estuvieron las sanguijuelas de la UE hace año y medio de emplumarnos la semana laboral de 65 horas (que sufren ya nuestros hermanos de varios países de la UE). En el Estado español la novísima Ley de extranjería impulsada por el PSOE-GAL junto con el PP, que entró en vigor el 1 de Enero de 2010, será aun más dura con los trabajadores inmigrantes ya que limita el derecho a la reagrupación familiar y amplia los plazos de retención para “sin papeles” de 40 a 60 días en los Centros de Internamiento para Extranjeros, sinónimo progre de cárcel o campo de concentración para inmigrantes. Esta Ley permite además que se abran expedientes de expulsión contra las mujeres “sin papeles” que denuncien maltratos siendo todo un ejemplo del carácter integrador del Ministerio de igualdad y de todas las leyes de esta putrefacta democracia. El ministro de trabajo ya nos anunció que la Seguridad Social también será renovada para ampliar la edad de jubilación, se les debe pasar muy pronto el tiempo sentados en sus lujosos despachos a estos parásitos sociales llamados políticos. Y ya se nos echa encima una nueva reforma laboral que abaratará el despido (cosa que ya hicieron en 1985 y en 2002) y limitará los derechos colectivos de los trabajadores para así facilitar a la patronal la “negociación colectiva”.
Estas reformas vienen precedidas de un nuevo pacto de Estado y es que tras varios titubeos (entre las clases dominantes también existen contradicciones) por fin se han puesto de acuerdo gobierno, patronal y aristocracia obrera o sindicatos. Y es aquí en el papel que están jugando los sindicatos en esta coyuntura socioeconómica donde se ve reflejada la situación actual de la clase obrera: Los Partidos reformistas, con el PCE a la cabeza, y los sindicatos mayoritarios entraron a formar parte del entramado de relaciones del bloque dirigente durante la llamada transición política, abandonando al proletariado y vendiéndose a la burguesía por un plato de lentejas. Así la clase obrera quedó desprovista de sus propias organizaciones de clase, perdiendo la independencia política, ideológica y orgánica que conquistó a principios del s. XX. El proletariado desorganizado y sin objetivos de futuro, más que el de reproducir los medios que lo condenan a la esclavitud asalariada, está inmovilizado ante la ofensiva del capital y como mucho, se limita a realizar acciones desesperadas que van desde el secuestro de directivos hasta la colocación de explosivos en las fábricas con el único objetivo de no ser despedidos. Estas acciones, que acontecieron en distintas fábricas de Francia en 2009, están llenas de un sano odio de clase contra la burguesía pero al no ir contra lo que subyace a la relación capital-trabajo, que es el sistema de producción capitalista, solo apuntalan la posición del obrero como asalariado cuando de lo que se trata es precisamente de acabar con tal situación mediante la Revolución Social.
Pero estas acciones demuestran a la vez que la incapacidad momentánea de la clase obrera su potencial revolucionario ya que con un mínimo de organización y haciendo caso omiso a las leyes que dan el monopolio de la violencia al Estado, puede hacer temblar todo el orden social existente como nos han enseñado los trabajadores de Grecia estos dos últimos inviernos pues con sus algaradas han obligado al Estado a movilizar a miles de policías, que detuvieron a más de mil manifestantes en tan solo una semana.
La represión contra el movimiento obrero y todos sus frentes es otra de las formas que adopta la ofensiva del capital para salir de su crisis: En Hungría las autoridades fomentan los desfiles paramilitares de la “Guardia Húngara”, organización fascista utilizada por la policía como fuerza de choque durante las manifestaciones obreras y antifascistas. En Italia el Estado promovió la creación de “patrullas ciudadanas” formadas por partidos de extrema derecha, para que denuncien y detengan a inmigrantes y gitanos. Además en las afueras de Roma se ha creado un gran gueto para encerrar a gitanos y a rumanos. En Francia más de 5.000 inmigrantes fueron detenidos en una sola noche a las afueras de París y sus casas, chabolas a las que les expulsó el sistema capitalista, fueron echadas abajo por ese mismo sistema. En ciudades como Madrid, Barcelona y Valencia también son constantes las detenciones masivas de inmigrantes en los barrios obreros. En Euskal Herria, con la excusa de siempre, el gobierno español pretende ilegalizar al sindicato LAB, segundo sindicato de EH, casualmente tras ser el principal promotor de la única huelga general que ha habido en el Estado desde que empezó la crisis.
La represión y la limitación de nuestros derechos se corresponde con lo que ya advertíamos al principio, que es la necesidad de reiniciar el proceso de acumulación de capital que tiene la burguesía, proceso que requiere de la puesta en tensión de todos los aparatos coercitivos que tiene el Estado (desde las leyes hasta el Ejército) y que tiene como resultado la fascistización de la sociedad para así hacer más cómoda la vida de los explotadores. Por eso nos inundan las calles con cámaras, con seguratas y con policías. Por eso menguan nuestra libertad de expresión con las “ordenanzas cívicas” y limitan la libertad de reunión y manifestación de la clase obrera, sobretodo de los inmigrantes, y criminalizan y persiguen a los movimientos populares como al MLNV, al movimiento okupa o al antifascismo.
Ante esta ofensiva, debemos recuperar nuestra independencia política y organizativa que en otro tiempo nos permitió luchar por y para los intereses de nuestra clase, que pasan por la destrucción de la esclavitud asalariada, origen verdadero de todos nuestros males y base material del capitalismo y del fascismo. No vale con pensar lo que está bien y lo que está mal. Hay que actuar en consecuencia y adoptar una postura beligerante, organizarse contra el capitalismo y sus instituciones pues solo así los ideales de justicia social y libertad podrán hacerse realidad. CONTRA EL FASCISMO Y EL CAPITAL ¡ORGANIZACIÓN!
viernes, 12 de febrero de 2010
Antifascismo: El peligro reformista y el camino a seguir.
Antifascismo: el peligro reformista y el camino a seguir
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El antifascismo clásico, el del Frente Popular, nació en su día como una alianza interclasista en la que el proletariado dejó de lado sus intereses de clase para trabajar codo con codo con la burguesía “progresista” con el fin de acabar con el fascismo haciendo suya la máxima de democracia (en general) o fascismo, luchando en primera instancia por las “libertades” de la democracia burguesa. Sin entrar ahora a valorar los resultados de esa táctica que luego se transformó en estrategia paramultitud de organizaciones obreras, debemos situar el antifascismo actual en las condiciones actuales. Ahora la Revolución Proletaria no está en auge, no existe ninguna Internacional, salvo la del imperialismo, con calado entre las masas trabajadoras. Comunistas y anarquistas están a años luz de lo que fueron. Sin embargo las contradicciones en el seno de la burguesía siguen aumentando. Prueba de ello es la fascistización de la sociedad (que se debe también a cuestiones económicas) como respuestade las clases dominantes para resolver sus contradicciones internas, aun sin existir el peligro externo de revolución proletaria, lo cual evidencia la falsedad del argumento simplón y economicista de que el fascismo solo surge ante el peligro inminente de la Revolución Social.
La burguesía también ha cambiado. Su luna de miel con la democracia y las libertades acabó cuando el capitalismo se desarrolló y surgió el imperialismo como forma superior de desarrollo de este régimen productivo. Si antaño las organizaciones proletarias tuvieron que hacer piruetas ideológicas para justificar sus alianzas con sectores de la burguesía que objetivamente, por sus propios intereses de clase, estaban contra el fascismo, hoy día la unión táctica con elementos burgueses es desechada por todas las organizaciones antifascistas que quieran ser tomadas medianamente en serio por el resto de organizaciones. Solo los agentes descarados de la gran burguesía como los chicos de El Militante o los pseudofascistas de la UCE pueden en estos tiempos admitir unidad con el partido del GAL o cualquier otrafuerza parlamentaria del estado español (IU, ERC, BNG…). Pero el peligro de unidad con la burguesía no se limita solo a la unidad directa con sus partidos, grandes o pequeños, sino a la unidad en los hechos con la burguesía mediante el reformismo político que practican y predican sus correas de transmisión en el movimiento obrero
El antifascismo hoy, deber ser un Frente de unión de organizaciones de clase heterogéneas pero siendo común a todas ellas su carácter proletario, anticapitalista y revolucionario. Debe conformarse no como un Frente por Arriba al viejo estilo frentepopulista, sino como un frente único por la base, de todos los trabajadores que se sientan amenazados por el fascismo y el capital yque atienda a las realidades concretas de las organizaciones de cada localidad. Con esto de la realidad concreta nos referimos a que evidentemente en organizaciones que son enemigas de clase del proletariado ( IU o CCOO por ejemplo) pueden existir, y de hecho existen, elementos proletarios y honrados que a pesar de estar en organizaciones anti-obreras que forman parte del estado burgués, pueden y deben ser ganados para la causa del proletariado. Por eso no hay que ser dogmático en la eliminación directa de todos los sujetos de estas organizaciones. Como tampoco hay que ser dogmáticos en el sentido contrario, en el de albergar en nuestro seno a cualquier organización que de palabra rechace al fascismo pero que en los hechos salvaguarde al capital, origen verdadero del fascismo.
El antifascismo como lucha parcial del proletariado debe ser anticapitalista y poner siempre el acento en el carácter de clase del fascismo, que no es otro que el de instrumento de la burguesía. Supeditado a la lucha emancipatoria de la clase obrera, el movimiento antifascista debe formar parte del movimiento obrero revolucionario, entendido este como una suma de organizaciones, evitando así quedarse “compartimentado” y ajeno a las luchas del resto de frentes que conforman el movimiento obrero puesto que todas esas organizaciones sirven a una misma clase y no pueden “pisarse el terreno”. En este sentido entendemos como un error el que desde coordinadoras antifascistas se lancen programas mínimos que poco tienen que ver con las cuestiones directas de este frente (programas de luchas económicas de los trabajadores, de lucha por la vivienda digna…), que como todo frente tiene sus límites y no pueden ser rebasados so pena de caer en el antifascismo por el antifascismo, es decir la organización antifascista por encima de todo lo demás. Caer en el frentepopulismo, pensando que la unidadtáctica de militantes de diversas tendencias puede transformarse en una unidad estratégica y organizativa, sustituyendo a las organizaciones propias (El Partido para los comunistas, el sindicato para los anarconsindicalistas, los Consejos obreros para los autónomos…) por una Organización Antifascista que “lo abarque todo” es olvidarse de que este es un frente parcial y de que hay cuestiones que nos separan a los antifascistas, cuestiones de principio que no pueden ser solventadas por el antifascismo como tal.
El interclasismo (la unidad con grupos reformistas) debe ser combatido sin cuartel, porque nos lleva irremediablemente al reformismo, que reforma al sistema para salvaguardarlo en su conjunto. Se adopta el viejo discurso de oponer la democracia en general al fascismo, cuando la democracia en general significa hoy día democracia burguesa cuyo contenido de clase es el mismo que el del fascismo, dictadura capitalista contra el proletariado y las clases trabajadoras. Se cae también en el discurso fácil de represión= fascismo cultivando la idea entre los trabajadores de que puede existir una “democracia pura” en la que exista la división de clases y no haya represión entre ellas olvidando o escondiendo que toda democracia es una forma de Estado y todo Estado es un instrumento clasista para la represión.
Este culto al estado burgués y a su “democracia” que solo disfrutan las clases dominantes, se materializa en algunas consignas muy extendidas dentro de nuestro movimiento, tales como “depuración de las fuerzas del Estado”, como si estas fuerzas fuesen represoras y apaleasen a los obreros porque en su interior permanecen reconocidos fascistas ya fuesen del régimen anterior o del actual.Pero la realidad es que estas fuerzas estatales son represivas por sí mismas, son necesarias para mantener el régimen capitalista en el que la minoría apropiadora somete a la mayoría productora. Son base del Estado imperialista ya sea este proveniente del fascismo franquista o de la democracia republicana francesa. Predicar la depuración de estos cuerpos, su limpieza democrática dentro de la legalidad burguesa solo apuntala los prejuicios burgueses de nuestra clase entre la que debemos generar una conciencia revolucionaria y no una conciencia democrático burguesa, para eso el Estado ya tiene sus medios de propaganda y a organizaciones como Movimiento Contra la Intolerancia que legitiman el monopolio de la violencia por parte del Estado y niegan el derecho de los explotados a utilizar su violencia revolucionaria contra el orden social existente.
Por cuestiones semejantes es negativa la consigna “muy antifascista” de ilegalizar los partidos fascistas depositando las esperanzas de la clase obrera en el Estado como un “árbitro” de la lucha de clases. Además de engañar a la clase obrera sobre las tareas de toda forma de Estado, y en concreto del Estado burgués, esta consigna deslegitima al propio movimiento antifascista como un movimiento revolucionario y anticapitalista, porque lo deja como un mero “denunciante” ante el Estado. El antifascismo consecuente, el antifascismo de verdad, no puede valerse de los instrumentos legales de la burguesía para exterminar al fascismo, consecuencia del régimen burgués, sino que debe basar su fuerza política en la propia clase obrera. No se puede olvidar en este caso que además hacemos apología de la Ley de partidos, una ley que consideramos dentro del movimiento como fascista o de fascistización de la sociedad, ¿Cómo se puede ser consecuentemente antifascista y utilizar leyes de excepción que permiten el encarcelamiento y la tortura de cientos de militantes antifascistas, comunistas, independentistas y anarquistas?. ¿También vamos a hacer propaganda para que el Estado burgués aplique las leyes antiterroristas al fascismo? Eso solo supone justificar nuestras detenciones ya que el Estado es considerado como un ente objetivizado y nivelador de las disputas políticas en vez de cómo un sujeto que apoya a una sola clase, la de los capitalistas. Debemos ser claros, debemos luchar contra estas leyes de excepción que la clase capitalista usa contra la clase obrera.
Las consideraciones legalistas no pueden tener cabida en el antifascismo de clase. La “victoria” en el juicio de nuestro compañero Carlos sobre el que se considerase el “agravante ideológico” para condenar más años al asesino fascista debería ser analizado con más frialdad. Es totalmente justo y comprensible que la compañera Mavi quiera que el asesino de su hijo pase el mayor número de años en prisión. Nosotros también podemos aplaudir porque Josué vaya a pasarse en prisión muchos años. Pero no se puede ocultar, que esa prisión ha sido construida por la burguesía para mantener su régimen de expropiación. Por lo que tenemos que luchar y hacer propaganda es porque se den algún día las condiciones subjetivas para que el proletariado derribe esas prisiones y sea él mismo quien ejerza la justicia directa contra los carniceros imperialistas y sus secuaces fascistas. No se quiere negar la utilización de la justicia burguesa para velar por la integridad física de militantes revolucionarios (a sabiendas de que es esta justicia la primera interesada en eliminarnos política y físicamente)pero caer en el posibilismo y trabajar de “cara a lo tangible” solo apuntala lo que hoy día es tangible y ya tenemos en frente: el capitalismo y el fascismo. Conectando con esto, al realizar nuestra propaganda entre la clase obrera no podemos advertirle para que se organice de cara a los peligros venideros, a la catástrofe que se nos viene encima (grupos fascistas, recortes de derechos…) porque la catástrofe ya está aquí. Es el actual régimen imperialista contra el que hay que luchar sin esperar a que vengan “tiempos peores”.
En cuanto a la represión, es bueno denunciarla, de hecho la propaganda del antifascismo debe dar cuenta ante la clase obrera de cómo trata la burguesía a quienes nos oponemos a su régimen social. Pero es mucho más importante que la denuncia, el pertrecharse para eludir esta represión desde nuestro trabajo fuera de los instrumentos del Estado. Porque desde el trabajo legal, democrático, posibilista, no se evita la represión de la burguesía, más bien al contrario se va a su paso y se justifica el uso de ésta por parte del Estadocuando alguien decide saltarse su legalismo. Y se justifica esta represión no ante los medios de propaganda y el Estado (estos ya tienen su propia maquinaria de criminalización) sino ante los trabajadores que amansados y acostumbrados al legalismo burgués verán con miedo y no seguirán al movimiento cuando este tenga que rebasar los legalismos y usar su violencia revolucionaria, ya sea en un contexto de resistencia o de ofensiva. En este sentido creemos que son mucho más positivas para la concienciación a medio plazo del proletariado acciones como las de Lavapiés en marzo de 2008, siempre que sean precedidas y seguidas de una fuerte agitación y propaganda política entre los trabajadores, que las peticiones de ilegalizar marchas fascistas que se hacen a las subdelegaciones del gobierno de la provincia de turno. Y si no se puede actuar como los compañeros de Madrid en Lavapiés, se debe hacer todo cuanto esté a nuestro alcance para que eso se pueda llevar a cabo lo más pronto posible sin conformarnos con la intermediación del Estado en los problemas de la clase obrera. Lavapiés, Vallekas o Euskal Herria son ejemplos de cómo las masas organizadas expulsan a los fascistas de barrios y ciudades sin necesidad de recurrir a la legalidad burguesa. Así mediante su experiencia propia, los trabajadores de estas zonas ya saben que solo su implicación directa sirve para acabar con los grupos fascistas sin esperar ninguna ayuda del Estado capitalista.
Las peticiones o reivindicaciones del antifascismo si no se toma este como un frente más de lucha insertado en la lucha general de la guerra de clases, quedarán como producto espontáneo de las luchas inmediatas y parciales que no cuestionan las premisas de las condiciones en las que se desenvuelven, el estado burgués y la división clasista de la sociedad, reproduciendo esas mismas premisas que debemos combatir y eliminar. Se cae entonces en la reforma parcial del sistema que no es sino la legitimación del sistema en su conjunto, obstaculizando su destrucción pues las reformas apuntalan lo viejo, la sociedad de clases, y obstaculizan lo nuevo, la Revolución Social por la que todos los antifascistas revolucionarios luchamos.
En los últimos años se han dado grandes avances en el movimiento antifascista tanto a los niveles locales como a nivel estatal. Pero estos avances han sido en muchos casos fruto de la espontaneidad de la juventud trabajadora y de distintas organizaciones anticapitalistas, convirtiendo lo inmediato en lo principal y cayendo en consignas reformistas. Ahora que el movimiento antifascista de los últimos años empieza a asentarse y a alcanzar cierto grado de madurez política debemosacabar con todo vestigio de reformismo pequeño-burgués que exista en nuestro interior.
En lo organizativo los encuentros estatales han dado cierta homogeneidad al movimiento, coordinándose convocatorias, materiales de agit-prop, y lemas de manifestaciones a nivel estatal. Esto es positivo. Ahora toca dar un paso más en la conformación de nuestro movimiento como un frente proletario enmarcado en la lucha de clases contra la burguesía. Toda nuestra propaganda debe ir encaminada a esclarecer el carácter clasista del Estado y del reformismo para acabar con las ilusiones pequeño-burguesas de la clase proletaria. No se puede caracterizar al Estado como árbitro en la lucha de clases. Ya hemos visto como multitud de movimientos parciales eran reconvertidos y asumidos por el Estado burgués para vaciarlos de contenido revolucionario y convertirlos en otro puntal del régimen capitalista (el No a la Guerra, el feminismo, el ecologismo, la memoria histórica…)
¡Que el antifascismo no se convierta en la hoja de parra de la democracia burguesa!
¡Que a las masas trabajadorasno se les engañe con cantos pacifistas y reformistas, solo con su violencia revolucionaria podrán convertirse en dueñas de su destino!
El imperialismo sea cual sea su forma, es el enemigo de la clase obrera y de los pueblos oprimidos del mundo. Contra él tenemos que dedicar toda nuestra propaganda y nuestra organización debe desarrollarse en base a la destrucción del Estado imperialista. Decirle lo contrario a los trabajadores, es ponerse del lado enemigo.
Plataforma Antifascista de Zamora. Febrero 2010.
jueves, 11 de febrero de 2010
Antifascista asesinado en Caracas
Los delincuentes fascistas abordaron al Rachel, increpándolo acerca de sus convicciones libertarias, golpeándole y atacándole con armas blancas, dejándolo tendido en el suelo y huyendo cobardemente. Rachel fue asistido y llevado a un centro asistencial pero ya era tarde, los asesinos habían cegado su vida.
No debe tomarse esta agresión como una más. No se puede atribuir estos hechos al hampa común ni a una simple pelea. Se trata de una agresión Fascista repudiable vil y que no estamos dispuestos a pasar por alto.
Los hechos repudiables de este grupo que cada vez toma más adeptos (sobre todo en adolescentes descarrilados con ideas “nacionalistas trasnochadas”) deben llamarnos a la reflexión y encender nuestras alarmas. Hoy más que nunca es necesario que estemos alerta para frenar esta ola fascista que amenaza con inundar nuestras calles con sangre inocente y violencia reaccionaria.
Es muy probable que quienes realizaron tan cobarde acto tengan vinculación con algún poder económico o el padrinazgo de la pequeña burguesía. Por tanto hacemos un llamado a los colectivos e individuos, para que se unan y así poder frenar esta plaga que pretende ganar espacios en nuestras calles. Denunciando, ahí donde estuvieren a estos grupos y desde cualquier punto de vista alejado de la realidad del país.
Nuestras más sentidas condolencias para su señora Madre, su Pareja, familiares y amig@s. El vacío que deja Rachel es irreparable, pero su siembra debe ser un punto final a una historia de agresión que estos desfasados pretenden escribir.
Ni perdón Ni olvido….
Luis “Rachel” Chirinos…..Presente…..
Brigada Anti-Fascista Caracas
http://www.kaosenlared.net/noticia/caracas-asesinado-neonazis-cantor-luis-rachel-chirinos
viernes, 5 de febrero de 2010
Carlos Palomino: Un asesinato político
CARLOS PALOMINO, UN ASESINATO POLÍTICO
La violencia ha estado siempre presente en las sociedades de clases. Las clases poseedoras de los medios de producción han ejercido su violencia sistemática contra las clases desposeídas para mantener su poder. Y las clases oprimidas han usado la violencia unas veces para resistir ante los explotadores y otras, las más importantes, para acabar con su situación de sometidos. Así la historia está plagada de Guerras nacionales, de guerras interimperialistas, de guerras civiles, de rebeliones y de Revoluciones. Toda violencia está sujeta a unas condiciones sociales concretas y toda violencia tiene un contenido político, de hecho el hombre es un animal político, zoon politikón, y la guerra es la política llevada por otros medios. Teniendo esto presente ¿se puede hablar de la violencia en abstracto?
El 11 de Noviembre de 2007 Carlos Palomino un hijo de la clase obrera fue asesinado por el militar fascista Josué Estébanez de la Hija. En Septiembre de 2009 se ha desarrollado el juicio sobre el asesinato de nuestro compañero. El acontecimiento y todo lo que lo ha rodeado ha sido seguido no solo por los medios alternativos como La Haine o Kaosenlared sino también por los medios de información burgueses. Hemos visto al asesino apostatar de sus ideas fascistas para salvar su pellejo, demostrando que los enemigos del proletariado son tan cobardes como patéticos. Por otro lado hemos visto el gran trabajo realizado por el movimiento antifascista del Estado español: fuentes teñidas de rojo, pancartas y concentraciones recorrieron la geografía estatal. La presencia diaria durante el juicio de nuestros compañeros de Madrid frente al Juzgado y la multitudinaria manifestación del 12 de Septiembre en Madrid en homenaje a Carlos. Todo esto ocupó las portadas de los periódicos y fue la comidilla de esos gallineros con forma de tertulia política que pueblan las horas matinales del panorama televisivo español. Y es aquí, en el trato recibido por los medios de propaganda capitalista, que corresponden a unos determinados intereses de clase, donde nos chocamos con los límites ideológicos de esta democracia. Los casposos tertulianos de radio y televisión son el reflejo de una sociedad podrida que nada tiene que ofrecer a los trabajadores, más que un discurso repetitivo en el que hace décadas se empantanaron y del que, aunque quisiesen, ya no pueden salir.
El asesinato de Carlos es explicado por la ideología imperante desde la teoría de las “Bandas Violentas”. Así de escueto es el análisis que los intelectuales del sistema hacen de un asesinato político. Y es normal que reduzcan su análisis a esta estupidez, pues un verdadero análisis de la violencia política les llevaría a dar con lo que es causa de ella: la sociedad dividida en clases en la que se asienta su democracia capitalista que no es otra cosa que la violencia del capital contra el trabajador convertido en esclavo asalariado. Y es que la teoría de las Bandas Violentas es la teoría de la violencia en abstracto. Se saca la violencia de su marco social, se extrae de ella todo su contenido político y se presenta al telespectador como un combate de El Club de la Lucha en el que un grupo de personas sale tranquilamente de casa, va a partirse la cara con otro grupo y se vuelven a su rutina habitual y desconocida para el televidente. (Aunque incluso en El Club de la Lucha la violencia acaba siendo un medio con el que destruir la sociedad capitalista. Hasta Hollywood nos muestra, sin quererlo, que la violencia es la partera de toda vieja sociedad que lleva en sus entrañas una nueva).
Ponen pues ante nuestros ojos todo un catálogo de bandas, mezcladas entre sí sin atender a las causas, solo a las consecuencias: en un mismo video nos enseñan a los “latin King” a las maras latinoamericanas, a las bandas nazifascistas y a las organizaciones antifascistas. Y se quedan tan panchos. No dicen que los fascistas son elementos desclasados nacidos al calor del nacionalismo español que se fomenta en cualquier acontecimiento deportivo, o con la exaltación del militarismo en la propaganda de las FFAA y el endulzamiento de sus tropelías cometidas en Afganistán o la antigua Yugoeslavia. No nos cuentan que el fascismo es una ideología burguesa que niega la lucha de clases, como este rollo de las “bandas violentas”, y antepone la defensa de la patria capitalista y la paz social de la nación a cualquier interés de clase (del proletariado). No comentan que la mayoría de los fascistas de este país trabajan como perros de presa para la burguesía, ya sea en el sector público (como el nazi Josué) o en el privado.
Pero la teoría de las bandas violentas tiene también otro aspecto importante. Esta teoría, que en el fondo es una versión cutre de la teoría de los dos demonios* popularizada en América Latina, es utilizada por la burguesía para ponerse la careta de pacifista frente a esta “violencia sin sentido”. Así la burguesía liberal pretende estar por encima de los extremos violentos, como pasó en América Latina, y presentarse como la única alternativa de paz. Pero es difícil sostener las mentiras. La clase dominante se declara pacifista presentando la violencia como abstracción de la realidad cuando lo que es abstracto es su pacifismo. Pues cuando su pacifismo es encuadrado en una relación social, es decir, se le da un contenido político se convierte en lo que es verdaderamente, violencia política, violencia de clase. Y la falsa careta de la paz se la lleva el viento. Cuando se aventuran con su débil ideología en el análisis político nos enseñan su cara asesina: son pacifistas, pero justifican las matanzas de palestinos o insurgentes afganos para defender a la civilización, es decir, a la sociedad capitalista. Son pacifistas pero sonríen cuando el familiar de un preso vasco muere, por culpa de la dispersión, en accidente de tráfico. El culto a la paloma blanca se les olvida a estos buitres que se pusieron cachondos con aquel nacionalista español que destrozó una Herriko Taberna. La paz se queda en retórica cuando los intereses imperialistas están de por medio, por eso los abanderados de la democracia no tienen prebendas morales a la hora de armar con misiles a los pesqueros españoles que saquean las costas africanas.
Por supuesto, la introducción del elemento político en el asesinato del compañero Carlos también pone en su sitio al pacifismo de los Savater o Gabilondo de turno. Niegan que fuese un asesinato político pero a la vez dicen que Carlos era de grupos antisistemas, totalitarios, semi-terroristas y acaban coincidiendo con los partidos fascistas en que “Carlos el antifa era un violento que se buscó su propia muerte”, porque mientras Carlos y sus camaradas se jugaban el pellejo en una mañana de domingo para ir a parar una manifestación fascista, amparada por el PSOE y la Policía Nacional, los verdaderos demócratas estaban en misa o durmiendo la mona tras un sábado de jarana, haciendo gala de su tolerancia pacifista. El asesinato de Carlos fue motivado por cuestiones políticas. Fue el máximo exponente de la lucha de clases: un defensor de la burguesía mató a un defensor de la clase obrera. Por eso el mejor homenaje y la única forma de hacer justicia es continuar la lucha que nuestro hermano Carlos emprendió conscientemente.
Una enseñanza
De todo lo expuesto y lo vivido debemos extraer enseñanzas para el futuro. El movimiento antifascista como frente del movimiento obrero debe deshacerse de todos los prejuicios burgueses que lo impregnan. Empezando por el tema tratado aquí. Del estado burgués no se puede esperar nada pues es enemigo de la clase obrera. Es este Estado basado en la violencia el que impide que exista democracia, es decir, que el poder esté en manos de nosotros los trabajadores. Por eso antes de hablar de la Paz en abstracto, al igual que hacen nuestros enemigos, debemos tener claro que solo mediante la violencia la clase obrera y el resto de clases oprimidas podrán conquistar para sí la democracia y la libertad verdadera con la que poder ejercer Justicia contra nuestros verdugos.
*Teoría de los demonios se puso de moda entre los burgueses Argentinos durante los 70. Esta teoría venía a equiparar la violencia de la dictadura fascista con la violencia de grupos guerrilleros revolucionarios. Hoy esta teoría se utiliza en España para equiparar a nazis y antifascistas mostrándolos como “demonios” simétricos. Recomendamos el documento de la Coordinadora Antifascista de Madrid: El movimiento antifascista de Madrid y la “teoría de los demonios”. (http://madrid.antifa.net/documentos/)