lunes, 10 de noviembre de 2008

Vendrá la noche mas larga


Mañana cuando yo muera,

No me vayáis a llorar.

Nunca estaré bajo tierra

soy viento de libertad.

(Poema escrito por Txiki poco antes de ser trasladado al cementerio de Cerdanyola donde sería fusilado.)

El 27 de septiembre de 1975 el régimen franquista fusilaba en las localidades de Burgos, Barcelona y Hoyo de Manzanares a los militantes de ETA Ángel Otaegui y Juan Paredes Manot “Txiki” y a los militantes del FRAP Xosé Humberto Baena, José Luís Sánchez Bravo Solla y Ramón García Sanz, los estertores de la pesadilla que durante cuarenta años encadenó los sueños de la clase obrera y de los pueblos del estado español se aprestaba a dejar su rastro de sangre mientras en los proscenios de la política española se preparaba la sucesión en forma de Borbón. En memoria de éstos y de todos aquellos que fueron fusilados en la retaguardia, sufrieron la represión, la tortura y la persecución o cayeron heroicamente en los frentes de combate este ejercicio de memoria antifascista para que sus nombres no se borren de la historia y se conviertan en un referente para que todos aquellos que seguimos en la lucha por borrar al fascismo de nuestros barrios y ciudades.

La situación política y económica de principios de los años setenta esta marcada por la llamada crisis del petróleo que a partir de mediados de 1973 precipita la caída de los camisas viejas del bunker y de Falange en detrimento de los ya entonces hegemónicos grupos del Opus Dei y los tecnócratas que serán la herramienta necesaria para intentar reconducir la nave franquista por las tranquilas aguas de la paz social. Pero lejos darse esa situación el Estado tendrá que enfrentarse a una de las mayores movilizaciones obreras y populares desde los años treinta, que a partir de 1974 sacudirá a todo el Estado durante prácticamente un año cuando Franco muere en su cama.

La subida de precios y los millares de despidos que se suceden en aquel momento son el elemento determinante de la crisis social que comienza a fraguarse a partir de septiembre de 1974, las organizaciones clandestinas que aglutinan a la mayoría de obreros, las comisiones obreras y la OSO (Oposición Sindical Obrera), llaman a una huelga general que lleva a movilizarse a un millón de trabajadores en todo el estado teniendo que hacer frente las fuerzas represivas a una oleada de violentas manifestaciones en que los trabajadores y los sectores populares tomaron la calle y las fábricas dando un definitivo paso adelante que sería traicionado vilmente por las fuerzas reformistas. El desbordamiento al que se vio sometido el ministerio de gobernación fue tal, que las fuerzas represivas tuvieron que ser reforzadas con delincuentes comunes, porteros de discoteca y demás elementos del hampa, para conseguir enderezar la difícil situación que se le había planteado al régimen. Los datos hablan por si solos; cincuenta policías heridos, de las cien personas heridas en las manifestaciones son diecisiete por bala, los tribunales llegan a condenar por delitos políticos a trescientas personas de los cuales muchas son torturadas y arbitrariamente despedidas de sus trabajos, se cierran las universidades y las acciones de la ultraderecha comienzan una escalada implementada por las acciones terroristas de la BPS (Brigada Político-Social) de la policía armada.

La antesala de los fusilamientos empieza en la misma ola represiva que había comenzado en otoño de 1974 con redadas cotidianas que someten al pueblo a estar en un estado de alerta permanente y que a partir de julio de 1975 se saldará con la declaración del estado de excepción en los cuatro territorios de Hegoalde (Euzkadi Sur) y que aplicara la ley antiterrorista a todos aquellos que son detenidos y juzgados por el tribunal de orden público y de los que muchos acabarán fusilados como los mártires del 27 de Septiembre, serán asesinados a sangre fría por la policía en plena calle como el militante de la UPG (Unión do Povo Galego) Moncho Reboiras en Ferrol cuando huía de la policía en una manifestación, el militante de ETA p.m, Jesús Murguía Ayestarán en Madrid, o el obrero de la construcción Diego Navarro Rico que aparece ahorcado en la prisión de Tarragona a la mañana de ser internado en ella.

En Julio de 1975 es llevada a cabo por la BPS una redada en Madrid en la cual son detenidos once militantes del FRAP, tras la ejecución de un policía armado, la acción es reivindicada por éste en solidaridad por la condena a muerte en consejo de guerra sumarísimo a los militantes de ETA Ángel Otaegui y José Antonio Echevarria. La precipitación del régimen por a dar cumplida lección de su recetario de mano dura contra la disidencia conduce a los militantes del FRAP a sufrir multitud de torturas, hasta llegar al punto de que Manuel Blanco Chivite y Xosé Humberto Baena llegan a necesitar intervenciones quirúrgicas tras pasar por los calabozos de la Dirección General de Seguridad.

Durante los días 11 y 12 de septiembre se celebra en el acuartelamiento de la XII Brigada acorazada en la localidad de El Goloso cerca de Madrid el consejo de guerra contra los ocho militantes del FRAP, en el cual serán dictadas ocho penas de muerte cinco de las cuales el tribunal conmutará cinco por la condena por treinta años de cárcel. La farsa judicial rozó el esperpento ejerciendo el ministerio fiscal una acusación plagada de contradicciones y de incongruencias en la que no se demuestra la participación de los militantes del FRAP que en ningún momento pudo ser contestada por los abogados de los reos antifascistas y que finalizó con el conocido final que llevo ante el pelotón de fusilamiento Xosé Humberto Baena, Ramón García Sanz y José Luís Sánchez Bravo, siete días después en Barcelona sería juzgado y condenado a muerte Txiki junto con el también militante de ETA Ignacio Pérez Beotegui “Wilson”.


El 27 de septiembre a diferentes horas y diferentes lugares caen fusilados estos cinco hombres de los que nunca nos olvidaremos: Txiki, Otaegui, Sánchez Bravo, García Sanz y Baena. Antes de ser fusilado Txiki, levantó la cabeza y después de gritar: ¡Viva la libertad! ¡Viva la revolución! ¡Gora Euzkadi Askatuta!, comenzó a entonar el Euzko Gudariak: Euzko Gudariak gara, Euzkadi askateko…cayendo segundos después bajo las balas fascistas.

Hoy cuando se cumplen ya treinta tres años del asesinato de estos cinco héroes sus caras y sus ideas brillan en el firmamento popular como cinco soles rojos que deberán alumbrar el camino por el cual camina hoy la juventud antifascista y revolucionaria para conseguir el sueño por el que ellos y tantos otros militantes antifascistas y demócratas revolucionarios fueron asesinados. La ola de criminalización y acoso policial a la que esta siendo sometido desde hace un año el movimiento antifascista fue provocado a causa de que las terminales políticas y mediáticas de la reacción se aprestaron a tachar la manifestación que se realizó el 27 de septiembre de 2007 por parte de la Coordinadora Antifascista en Madrid en homenaje a los militantes de ETA y del FRAP de enaltecimiento del terrorismo, pero nada mas lejos de la realidad, los únicos que enaltecen el terrorismo son aquellos que adoptan esas actitudes y que mantienen en sus puestos a los burócratas y a los gerifaltes del régimen franquista que han mantenido su poder intacto tras la restauración de la monarquía.

El mejor homenaje que podemos tributarle a todos ellos es continuar la lucha, unidad sin fisuras sin dar ni un paso atrás.

Mi palabra,

El eco de mi voz que, tras la muerte

Arengará a los míos

¿Se callará algún día?

Mi palabra,

Justicia combativa, grita fuerte

Al pueblo que el 36 vencido

¡Tendrá para siempre voz!

Escrito por Xosé Humberto Baena Alonso en la cárcel de Carabanchel el 7 de septiembre de 1975.

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